Cuando la radio perdió magia.

Crecí con La Radio, con un pequeño transistor siempre conmigo, (no había móviles, ni mp3). Aprobé la carrera con la radio de fondo, todo el día estaba conmigo, desde cadenas de radio fórmula a programas como Hora 25, Si amanece nos vamos, La rosa de los vientos, incluso noches de terror bajo las heladas salmantinas escuchando Milenio 3, o los partidos de la desaparecida Unión Deportiva Salamanca como visitante, (en los locales era socia y escuchaba en mi transistor a los rivales directos deseando siempre que perdieran) o el Carrusel deportivo, durante esas jornadas de vértigo que todos los partidos son a la misma hora y pasar a segunda.

Devoré radio, me encantaba y me sigue apasionando. Me parece un medio de comunicación increíble y no solo por la historia que lleva detrás, pues fue el inicio de bellas revoluciones, el punto alrededor el cual se sentaban las familias derrotadas tras las guerras buscando un halo de esperanza, e incluso el medio de propaganda de los vencedores.

Y no es solo por esto, por lo que me apasiona, es tener siempre la compañía de una voz amiga al fondo de tus actividades rutinarias, hacerte imaginar historias, fomentar tu mente poniendo cara a tus presentadores favoritos, ilusionismo que igualmente se desarrolla con un libro que te hace crear los paisajes y las emociones de los personajes. Todo esto es para mí La Radio.

Por mi activismo político, he tenido la gran suerte de participar en La Radio, en algunas ocasiones, muchas de ellas en el estudio, otras tantas con intervenciones por teléfono y estas experiencias han aumentado más aun mi amor por este medio, incluso tengo la ilusión de comenzar una emisora independiente en mi barrio, Malasaña.

He participado en debates en la radio pública, en el mágico programa de Esther Ferrero, tristemente desaparecido de la parrilla de RNE 3, Coordenadas, (sirva este post como humilde homenaje). He estado en Ágora Sol Radio en diversas ocasiones, principalmente hablando de Leyes Mordaza y mi experiencia con Refugiadas/os. También en La Cafetera de Radio Cable o Carne Cruda (soy muy fan de las radios independientes autogestionada, llamarme loca), en emisoras locales de Madrid, Barcelona o Salamanca e incluso en Planeta Latino Radio.

Experiencias que me han hecho crecer, aprender y amar aún mas La Radio. Recuerdo intervenciones mías en radios extranjeras de Alemania o Brasil donde se me traducía sobre mi voz, algo que me ha parecido siempre maravilloso tras los Hologramas por la Libertad.

Y ahora soy testigo del perverso devenir de La Radio, soy cómplice de su desaparición siguiendo audios cada noche de “Oh mi LOL”, “Nadie sabe nada”, y otras, cuando La Radio se ha vuelto un vídeo en directo de YouTube o un Streaming, cuando no importa hacer un relato radiofónico, sino que se impone la imagen, aun siendo radio. Me parece, a mi humilde entender, una perversa maniobra para que todo sea inmediato, que vivamos en un mundo instantáneo de imagen que se olvida, que no se escucha. Hacer radio visual con grandes cascos y buenos micrófonos, perdiendo la magia de imaginación que nos dio la radio, la capacidad de imaginación de como serán los interlocutores, de no poder usar este medio como algo que nos acompaña en nuestra rutina sin ver las imágenes, pues nadie relata, nadie describe, nadie hace radio, solo se convierte en “Youtuber”, y no en presentadores de radio que incentivan la imaginación y las ganas de escuchar.

Solo pido, desde este humilde espacio, que no nos dejemos llevar por tanta tecnología (no seré yo quien peque de “abuela cebolleta” que estudio varios másteres de Community Manager y Marketing Digital), pero no olvidemos de dónde venimos y tengamos claro a donde vamos. La Radio, es sonido, imaginación, explicar sin imagen lo que ocurre, empatizar con la palabra y no podemos ni debemos convertir este medio en una TV de bajo presupuesto.

No pido que desaparezcan estas opciones, sino que estas opciones no dejen de ser Radio, que se relate lo que ocurre en estudio, que gane la radio frente a la imagen, que no seamos televisivos cuando relatamos lo ocurrido. Radio es sonido, Radio es imaginación.

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La Radio fue el medio alrededor del cual familias se reunían para escuchar novelas cuyos efectos especiales se hacían con un papel plata, o abrazadas buscaban noticias de los exiliados en Francia e incluso los rubios nazis de Alemania se hacían más grande a través de la propaganda y las conferencias de raza. Lo bueno y lo malo fue y es la radio, pero no distorsionemos el medio, porque seriamos cómplices de perderlo.

La Radio fue la precursora de la imagen, esa imagen que cada persona creaba para sí a través de las descripciones, el sonido y la música, y no podemos permitirnos en lujo de perderla por un vídeo de redes sociales sin explicar o una acción sin comentar.

Solo pido radio, necesito sonidos que me acompañen cambiándome de metro, limpiando mi casa, currando otra mañana más… Necesito radio para dormir, imaginar otros espacios, poner cara a quien me habla, como si me hablara a mí personalmente. Para vídeos idiotas ya alguien se encargó de grabar gatitos. Necesito y quiero radio, y por favor luchemos juntas para que así sea, para que este medio no se pierda ni se desvirtué, todas necesitamos radio.

 

 

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